Selecciona los más atrevidos, audaces, realistas y casi posibles de tus sueños y suéñalos en la vigilia olvidándote de cualquier falso despertar.
Sueña, sueña, sueña, y luego ocúpate de cumplir todos los sueños que puedas.
Olvídate de despertar.
Olvídate de ese despertar acartonado y falto de fantasía y ensueño, ese que no te permite bailar porque te deja el corazón almidonado.
Mejor, estate verdaderamente despierto, acordándote de tus sueños más queridos, los que son tu ser, tu esencia y tu sentido de vida.
Ya estás despierto, solo tienes que acordarte de soñar, soñar, soñar y no parar de soñar ni por un momento.
Te harán creer que estás dormido, que estás en las nubes, que has de despertar, que has de mirar con los ojos de la razón, los de la realidad, los del camino verificado…
No dejes de hacer caso a esas recomendaciones, verifica que sean sinceras y que tal vez te estén señalando un obstáculo que no estás viendo.
La razón no es enemiga del sueño sino compañera indispensable para que no se frustre tu sueño, para que no persigas fantasías ilusas que no tienen la más mínima opción de realizarse y solo puedan frustrarte.
Pero hazle el caso justo, no más, que no te detengan.
Te harán sentir un imbécil, un inútil, un egoísta por pretender vivir navegando desde las nubes del sueño. Share on X
Te harán sentir un imbécil, un inútil, un egoísta por pretender vivir navegando desde las nubes del sueño.
Cuando sepas que el sueño que persigues es verdadero y nace de lo más profundo de tu ser, no escuches, aíslate, métete en una cueva hasta que callen, procúrate una sordera pasajera, hazte transparente, lo que sea, lo que puedas hacer, como puedas, pero protege tus sueños ante todo, por encima de todo y no los abandones.
A ellos no, a ellos no.
Aléjate de los ladrones de sueños, están a tu alrededor, por todos lados, dicen que te quieren pero no te dicen para qué te quieren.
Los que te quieren mucho, mucho, mucho, quieren lo mejor para ti, entonces, tienen ideas de como serías tú feliz y te las quieren calzar.
Pero tú sabes que no serías feliz así.
Te sientes tentado de hacerlo, pero no para ser tú feliz sino para hacer feliz al que te quiere hacer feliz.
¿Te das cuenta de lo estúpido que es ese pensamiento?
Y cuídate mucho de querer que otro sea feliz dándole ideas de qué hacer.
Sé feliz tú y solo acude si te piden ayuda o pregunta antes si la necesitan.
No te metas en la vida de los otros, vive con los otros, goza con los otros, ámalos pero no quieras cambiarlos.
Aun si ves que están dormidos –esa forma de estar despierto en vigilia sin soñar sueños–, déjalos en paz, no quieras evangelizarlos.
Deja que cada vida viva su vida.
Y permítete a ti vivir la tuya.
Cuídate de los ladrones de sueños, y cuídate también de ti cuando actúas como un ladrón de sueños, de los tuyos y de los ajenos.
Pinturas: Ricardo Fernández Ortega
Cuando te encuentres en esos momentos en que tu vida se ha hecho cansina, en que sientes que no tienes alegría, ilusión ni expectativas, prueba a recordar sueños; sueños viejos, sueños olvidados, sueños perdidos en los cajones herrumbrados, en los fondos de los recuerdos tapados por cientos y cientos de rutinas, obligaciones, cumplimientos, y mil pequeñeces sin importancia que han tapado lo más importante y fundamental de tu destino.
En esos momentos, en que te sea difícil sentir que la vida tiene mucho más sentido que seguir viviendo un día tras otro con poco más que alguna ligera sonrisa casual, rebusca en tus recuerdos, busca en tus sueños infantiles, en los de joven, en todos esos que eran muy significativos y por los que sentías que valía la pena vivir y entregar tu vida.
En esos viejos sueños posiblemente encuentres las semillas de lo que hoy necesites rescatar para llenar tu vida de significado nuevamente.
Atrévete a soñar despierto, atrévete a ser el poeta que llevas dentro y que cuando camina ve en cada pequeña cosa un mundo inexplorado. Share on X
Fíjate que muchos de esos sueños son todavía posibles, y no solo eso, sino que además llevan tiempo esperando pacientemente a que les dediques la mirada, a que los atiendas, sueños tan buenos que no querían molestarte mientras hacías tus cosas tan serias que no te llevarían muy lejos pero que aparentaban importancia y respetabilidad.
Ocúpate ya de una vez de ellos, dales la importancia y el respeto que se merecen, no los dejes desvanecer, atrévete a incorporarlos en tu vida actual, no cambies todo, incorpóralos tranquilamente y empieza a dirigirte en la dirección de tu mayor realización.
Y si ni por ahí encuentras sueños dignos de ser soñados despierto, proponte soñar con todo tu corazón y tu alma cada noche y escribe por la mañana lo que recuerdes, si no recuerdas nada al principio, escribe lo que se te venga a la cabeza, y en poco tiempo verás que empezarás a recordar sueños.
Tal vez la mayoría no tengan mucho sentido, pero encontrarás algunas perlas que te serán tan preciosas que sentirás que valió la pena cualquier esfuerzo.
Si no son sueños posibles, no los tires, deja que vayan tomando cuerpo, que aparezcan otros hasta que te des cuenta que empiezas a recobrar la ilusión en la vida.
Y cuando consigas eso, atrévete a soñar despierto, atrévete a ser el poeta que llevas dentro y que cuando camina ve en cada pequeña cosa un mundo inexplorado, una oportunidad para la belleza, un sueño que despierta y cobra forma, un edificio que se erige solo al contemplar una flor, una hoja de un árbol que está por caer, una piedrecita en la acera, una hormiguita laboriosa y disciplinada, un niño saliendo del colegio y sumergido en sus sueños, un anciano sentado en un banco de la plaza soñando despierto…
Sueña, sueña, sueña, y olvídate de despertar.
Leandro Ojeda López
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