Y llegará una mañana en que tu corazón te agradecerá que le permitieras sentir todo este dolor que casi lo parte.
Sientes que te han roto el corazón.
Sientes que te has entregado y has salido dañado.
Sientes que esta vez no vas a poder recuperarte.
Recuerdas que te han roto el corazón muchas veces y sabes que has salido pero no crees que puedas esta vez.
Sientes que lo has dado todo y que no has sido correspondido justamente.
Te parece todo absolutamente injusto.
Por momentos te parece injusto y te sientes maltratado.
Al cabo de un rato, te parece normal, y sientes que te lo mereces, ¿por qué ibas a recibir algo para lo que no te sientes suficientemente valioso?
Hasta te llega a parecer que has tenido suerte en que haya durado lo que ha durado.
Sientes que te han roto el corazón.
Sientes que, tal vez, lo mejor sea cerrar tu corazón a toda emoción.
No amarás más ni permitirás que nadie se acerque hablándote de algo que parezca amoroso.
Déjame decirte que harás lo que puedas, lo mejor que creas.
Y déjame decirte que decidas lo que decidas estará bien si así lo sientes necesario, al menos, de momento.
Déjame decirte algo más.
Si ahora sientes que tienes el corazón roto es porque lo has puesto a disposición del amor y lo has entregado sin temor alguno.
Porque tenías muy claro que esa es la única forma de amar, que cualquier cosa por debajo de eso te hubiera llevado a una entrega sin entrega, hubieras dado un amor sin amor, un amor miedoso.
Y hubieras recibido un amor mezquino o hubieras sido tú quién rompiera un corazón que se te habría expuesto, libre y abierto.
Pinturas: Shi Mohan
No hay otra forma de amar, créeme.
Puedes cerrarte el corazón para siempre por miedo a sufrir un nuevo revés.
Puedes decidirte a no sentir nunca más la magia que has sentido tantas veces, esa que estremecía tu cuerpo hasta la última fibra, esa que te hacía vibrar de emoción y caminar por las calles como si estuvieras flotando sobre una nube, esa que hacía que tu corazón latiera fuertemente y creyeras en la vida como la cosa más maravillosa del mundo.
Puedes decidirte a cerrar tu corazón para siempre.
Tienes que saber que la muerte física sobreviene cuando el corazón deja de latir.
Tienes que saber que cerrar tu corazón e impedirle cumplir su función vital es una especie de acto suicida, es como una muerte álmica en un cuerpo que respira, pero no sé con qué vida.
Duélete ahora, siéntete mal, siéntete despreciado, siéntete una mierda, siéntete la peor basura del mundo, siéntete merecedor de esta cagada de vida que te ha tocado vivir.
Llóratelo todo.
Patalea, grita, insulta.
Permítetelo todo.
Y llegará una mañana en que tu corazón te agradecerá que le permitieras sentir todo este dolor que casi lo parte.
Y se despertará y saltará de alegría y saldrá a la calle abierto, expuesto, revivido, saldrá a amar, a dar amor y a recibir el amor que sabe que se merece.
Rómpete el corazón.
Déjalo que duela.
Pero no lo encierres, no lo acorrales, no lo asfixies.
Déjalo que haga lo que mejor sabe hacer.
El corazón es lo que te mantiene con vida, y su función vital principal es amar.
Ama, aunque el corazón se te rompa en pedazos.
Recoge los trozos, reármate y sal a amar otra vez.
Leandro Ojeda López
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