Autor: Leandro Ojeda López

Que el silencio habite en ti.
Que se callen por un instante las voces que acuden a tu mente y parlotean sin parar.
Que tus instantes de silencio sean cada vez más duraderos y profundos.
Que el mayor sonido que te habite sea el del latido de tu corazón y el del fluir del aire por tu cuerpo.

Hay una ley en la vida que te rescata del suicidio y te impide explosionar de euforia: la Ley de la Impermanencia. Se expresa con simpleza y dice así: ‘Esto también pasará’.       Cuando sientas que ya no hay nada que hacer. Cuando sientas que todo el camino ya se caminó. Cuando estés […]

Todo está al revés, me dices desconsolada mientras enciendes el cigarrillo por el filtro sin reparar en el descuido. Pero ¿a qué te refieres cuando dices: revés? ¿Desde dónde miras? ¿Por qué imaginar la imperfección existiendo lo perfecto?

Sientes que te han roto el corazón. Sientes que te has entregado y has salido dañado. Sientes que esta vez no vas a poder recuperarte. Recuerdas que te han roto el corazón muchas veces y sabes que has salido pero no crees que puedas esta vez.

Entonces te surge el enojo y lo quieres matar. Algo dentro tuyo te ha desbordado y esa persona que estaba al lado tuyo y que hasta hace muy poco significaba tu amigo y tu cobijo te ha sacado de las casillas, se ha vuelto tu enemigo. Quisieras hacerla desaparecer, borrarla de la existencia, de tu existencia y de todas las existencias terrenas.

Has contado una y otra vez los días que te quedan para llegar.
Has tomado nota de cada uno de los sucesos que te trajeron hasta aquí.
Has apuntado en un papelito lo que te queda aún por hacer, lo que te queda por solucionar, las llamadas restantes, los encuentros imprescindibles, los encuentros que estarían bien, los encuentros que preferirías evitar pero que crees que deberías tener, los encuentros que te encantaría tener y que crees que no se van a producir…

Estás parado en medio de un camino, sin alma, sin testigos, sin atardeceres vacíos para despertar muertos. Los días pasan de a dos, de a tres, de vez en cuando y hasta a veces. Estás parado, quieto, mudo, infeliz, estáticamente atrapado, voraginadamente disuelto.

Tu camino hacia la coherencia, hacia tu felicidad sin aspavientos, hacia ese estado de paz que presiente la certeza y aleja el sufrimiento, está más cerca de lo que crees aunque te alejes día a día.
Tu camino hacia la coherencia, hacia la salida al interior de tu ser desde la personalidad ilusoria que has construido o dejado que construyeran por ti, te implicará un desandar mucho andado, un despojarte de defensas y un acuchillar a mansalva miedos y creencias.

Pasa pocas veces en la vida.
Pasa en tiempos especiales.
Pasa de repente.
Pasa que dura mucho tiempo.
A veces pasa a diario, pasa seguido y parece no tener fin.
A veces tienes esa sensación de que todo se cae.
Definitivamente.