El día está precioso.
Un sol radiante desde la mañana te presagia el mejor día por vivir.
Todo es tan perfecto que la euforia se apodera de ti y te hace saltar sin arnés y bailar sin motivo, ni música, ni porqué.
Una sensación de felicidad incausada que asocias indefectiblemente con un estado de euforia, éxtasis y placer te invade.
Una lluvia surge de repente de la nada y te moja la ropa tendida que estaba a punto de secarse.