Arriésgate siempre, y arriésgate siempre que puedas.
Acepta que hoy no puedes arriesgar, perdónate.
No estás obligado a arriesgar pero no te quedes ahí cuando el riesgo se haga necesario.
No has de arriesgar o no arriesgar impulsivamente. Has de observarte cómo estás, qué puedes y qué no puedes.
Mide la distancia y arriésgate siempre que puedas.