Categoría: viviendo el presente

¿Recuerdas cómo fue tu primera vez?
–¿Mi primera vez de qué?  –me preguntas lógicamente.
Tu primera vez de cualquier cosa, de cada cosa, de todas las cosas.
Recuérdalo, ponte a ello, cierra los ojos y déjate llevar por la sensación que encuentres. No juzgues, no busques que sea tal o cual cosa, simplemente siéntela.
¿Qué fue lo primero que te vino a la mente?
¿Cómo lo sentiste?
¿Te pareció lejano o lo viviste como si estuviera ocurriendo ahora?
¿Cuánto hace que no sentías eso mismo haciendo la misma cosa?

Hay días tontos, días en que haces el tonto y días que parecen tontos pero que no tienen nada de tontos.         En esos días tontos que pasan sin aparentemente nada pueden ocurrir muchas cosas aunque creas que están completamente vacíos. Pueden convertirse tranquilamente en un día de cambio sin que siquiera […]

Cuando sientas que hoy no puedes, que hoy es un día que se tuerce y luchas por reconvertir, por volverlo positivo aún a costa de más sufrimiento, déjalo ser, déjalo transcurrir, permite que se exprese en toda su tragedia.
Espera al siguiente día mientras experimentas el día tal como viene.

Hay un lugar donde hallarás todo. Todo lo que buscas y lo que no esperas encontrar. Hay un lugar en el que lo bueno y lo malo no se distinguen y se muestran claros como una única realidad.

Deja para mañana lo que no puedas hacer hoy. Deja de insistir con el esfuerzo sin sentido. Deja de tocar esa puerta que no se abre con la misma mano y la misma intención. Baja tu auto-exigencia. Exígete exigirte menos. Exígete entrar en sincronía con el orden natural de las cosas.

Que el silencio habite en ti.
Que se callen por un instante las voces que acuden a tu mente y parlotean sin parar.
Que tus instantes de silencio sean cada vez más duraderos y profundos.
Que el mayor sonido que te habite sea el del latido de tu corazón y el del fluir del aire por tu cuerpo.

Has contado una y otra vez los días que te quedan para llegar.
Has tomado nota de cada uno de los sucesos que te trajeron hasta aquí.
Has apuntado en un papelito lo que te queda aún por hacer, lo que te queda por solucionar, las llamadas restantes, los encuentros imprescindibles, los encuentros que estarían bien, los encuentros que preferirías evitar pero que crees que deberías tener, los encuentros que te encantaría tener y que crees que no se van a producir…

Estás parado en medio de un camino, sin alma, sin testigos, sin atardeceres vacíos para despertar muertos. Los días pasan de a dos, de a tres, de vez en cuando y hasta a veces. Estás parado, quieto, mudo, infeliz, estáticamente atrapado, voraginadamente disuelto.

Tu camino hacia la coherencia, hacia tu felicidad sin aspavientos, hacia ese estado de paz que presiente la certeza y aleja el sufrimiento, está más cerca de lo que crees aunque te alejes día a día.
Tu camino hacia la coherencia, hacia la salida al interior de tu ser desde la personalidad ilusoria que has construido o dejado que construyeran por ti, te implicará un desandar mucho andado, un despojarte de defensas y un acuchillar a mansalva miedos y creencias.