No crees un silencio enmudecido a tu alrededor lleno de palabras por decir, gritos por gritar y besos por besar.
Cómo decir aquello que quieres decir a quién no quiere escuchar.
Cómo decirlo cuando no sabes exactamente lo que quieres decir.
Cómo decirlo cuando crees que sabes más o menos pero tienes dudas y fluctúas a un lado y otro.
Cómo decirlo cuando temes una respuesta que lleve a un momento desagradable.
Cómo decirlo cuando tienes miedo de hacer daño.
Cómo decirlo cuando el que escucha dice que quiere escuchar y te dice que escucha pero te das cuenta, una y otra vez, que no escucha realmente lo que le estás diciendo sino su propia interpretación, lo que desea escuchar acomodado a sus expectativas.
Cómo decirlo cuando nunca es el momento apropiado.
Cómo decirlo cuando ya no sabes cómo ni cuándo ni porqué decirlo.
Cuando quieres decir algo importante, estás diciendo mucho más de lo que crees que estás diciendo o de lo que piensas que quieres decir.
Cuando dices ese algo, eso está lleno de información de tu pasado en la relación, de tu pasado en tu vida toda cuando esa persona ni existía, de tus expectativas, de tus frustraciones, de tu historia familiar, de tantas y tantas cosas…
Cuando dices, no dices solo lo que parece que dices, dices mucho más de lo que dices, y lo dices con tus gestos, con tus entonaciones de voz, hasta si lo dices en texto en un simple chat.
Cada palabra está traspasada por un cúmulo inmenso de información, cada palabra aparece precisa y no otra, y cada gesto, expresión y emoción no es en absoluto casual.
Por eso es que no entiendes a veces la reacción del otro.
Si tú dijiste aquello de manera tan normal, tan inocente, por qué se lo tomó así.
Entiende que tú no dijiste eso que crees que has dicho.
Has dicho mucho más.
Es más, es posible que hayas dicho otra cosa.
Debajo de cada mensaje hay otro mensaje, y debajo de él otro más y así hasta no sabes dónde.
Debajo de cada mensaje hay otro mensaje, y debajo de él otro más y así hasta no sabes dónde. Share on X
Imágenes: Misha Gordin
¿Y qué pasa cuando no puedes ni tener acceso a aquel a quien tienes que decir eso que tienes que decir?
Ese caso es de los más difíciles.
Posiblemente no hayas dicho las cosas claramente cuando era su momento, por miedo a perder, por temor a no gustar, por pánico a que el otro huyera y te vieras en esta situación en que te ves ahora sin poder decir…
Pero no te lo quedes adentro.
Dilo de cualquier manera, escríbelo en un papel, grítalo en la ducha, dilo a un muñeco que haga las veces del otro.
Inventa la manera, sé creativo, pero dilo, no te lo quedes dentro hasta que se pudra y te infecte.
Dilo todo, especialmente aquello que no sabes cómo decir. Share on X
Y sobre todo, escucha.
Escúchate a ti mismo muy atentamente, cada día con mayor atención, para desentrañar qué es lo que dices cuando dices lo que dices.
Escucha lo que te dice quien no quiere escuchar con su gesto de no escuchar.
Escucha lo que dice el tiempo con su transcurrir inexorable y la sucesión de hechos y no hechos que incluye.
Escucha, escucha, escúchate.
Y di lo que sea sin herir a sabiendas, pero dilo, no lo guardes para después, afronta; atrévete a entrar en la zona de riesgo, estarás entrando en la zona más segura, la otra, la del silencio enmudecido es la más insegura, la que más posibilidades tiene de conducirte al dolor perenne e invisible.
Dilo, pide perdón, perdónate, compréndete, acéptate con toda esta miseria y maravilla que eres hoy.
No calles.
Trata de entender.
Y exprésate.
Si el otro no quiere escuchar no es tu problema.
Tu obligación es decir.
El otro tiene la misma libertad que tú de escuchar o no, decir o no decir, perdonar o no perdonar, aceptar o no aceptar.
Tú haz tu tarea, di lo que puedas cuando puedas y deja que los demás hagan lo que buenamente sepan y puedan.
Si quieres hacer algo más, solo sé ejemplo sin pretender que te imiten, sin pretender nada.
Sé ejemplar para ti.
Aprende de lo bien que aprendes y lo bien que desaprendes y lo bien que te olvidas de aprender o desaprender.
Dilo todo, especialmente aquello que no sabes cómo decir.
Leandro Ojeda López
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Dooy gracias aDios por encontrar hoy este articulo..e dicho algo que esta en mi corazon! que mora en mi corazon hace unos añosy no recibi ninguna respuesta..dolio tal vez el ego ...y de verdad despuesde un gran dolor me siento en paz,aunque triste aun..pero si creo que noy que dejar quesepudra dentro de uno...gracias!! Namaste!!
Me emociona tu comentario, Rosa. Lo que diga tu corazón es lo que has de obedecer. No, que no se pudra nada dentro tuyo. Esta es la vida que tenemos y no vale la pena desperdiciarla con dolores crónicos. Ojalá que tu paz permanezca y brille tu luz. Gracias desde el alma.