Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
Joan Manuel Serrat
Hay días para empezar y otros para terminar.
Días en los que terminar lo que un día empezó.
Días para terminar lo que alguna vez fue felicidad.
Días para terminar lo que ni llegó nunca a empezar.
Días para decidir qué caminos seguir.
Días que te sorprenden insolentes con el sombrero mal puesto y la sombra despeinada.
Días en que aceptas que has de terminar aunque quieras continuar.
Hay días de estos.
Muchos.
A veces no quieres verlos y continúas, continúas y continúas.
Aunque las paredes se vayan cayendo a tu paso y los bombardeos destruyan los techos bajo los que te cobijas, continúas.
Aunque estés con la evidencia gritándote desde dentro del oído, continúas.
Continúas en un sinfín estúpido ante cualquier advertencia.
Continúas por complacer a quienes desean que continúes porque entienden que es lo mejor para ti.
Continúas y ni sabes porqué.
Hay días para terminar lo que ni llegó nunca a empezar. Share on X
Pero hay días para empezar y otros para terminar.
Días en los que eres un valiente y te atreves a poner punto final.
Días en los que eres un valiente y aceptas que tu valentía no está exenta de intenso dolor.
Días en que la frustración te avasalla pero decides honrar la verdad.
Días en que sabes que es lo mejor y que esto también pasará y que estarás mucho mejor y que un día reirás y te sentirás feliz aunque te resulte imposible sentir que eso será posible algún día por más que sabes que es así.
Días en que tu orgullo se repliega y decides defender lo salvable, recoger las velas y esperar mejores tiempos.
Días en que decides que lo mejor es echarse a llorar el tiempo que haga falta sin esperar que el llanto pare.
Días en que piensas que llorar hasta que el llanto pare te supone una presión innecesaria y prefieres salir a caminar, comer cuarenta bollos de azúcar o darte un atracón de televisión.
Fotografías: Alejandro Chaskielberg
Hay días en que se te exige la mayor de tus valentías. Share on X
Hay días en que se te exige la mayor de tus valentías.
Días en que se te pide que aceptes que tus sueños acaban de caerse de golpe y que todos tus planes acaban de fracasar.
Días en que la valentía es lo único que te llena el alma de gozo porque te das la vuelta y caminas entre lloros angustiosos sin mirar atrás y con la vista nublada dirigiéndote a ninguna dirección posible.
Hay días así.
No te digo que esto también pasará.
Ya lo sabes.
No te lo digo.
No deseo angustiarte más.
Solo puedo mirarte compasivamente, reconocerme en tus zapatos, sentir en el cuerpo el sentimiento sentido de haber pasado por allí tantas veces, y admirarte.
Y desde la acera de enfrente contemplar tu paso y tu coherencia absoluta con tu alma, tu cuerpo repleto de amor y miedo confundidos, esos pasos que se van ralentizando uno a uno, esa mirada perdida en el vacío oscuro que ni llega a ser incertidumbre.
Hay días así.
No te digo que esto también pasará.
No deseo presionarte más.
Solo te observo, te admiro y te respeto.
Leandro Ojeda López
También te pueden interesar estos otros artículos:
« Artículo anterior
Artículo siguiente »