Y te entregas al camino sin camino y ya andas y te amas y amoreas amor.
Estás parado en medio de un camino
sin alma
sin testigos
sin atardeceres vacíos para despertar muertos.
Los días pasan de a dos
de a tres
de vez en cuando
y hasta a veces.
Estás parado
quieto
mudo
infeliz
estáticamente atrapado
voraginadamente disuelto.
Y se te mueve un dedo solo
porque ya no podía mantenerse en cárcel
en esa estúpida inercia de nadar sin agua
en lo sensible del monstruo que te sopla muecas a la cara.
Y te mueves detrás
y no vas a ningún lado
y corriendo a lo loco
estás más quieto que al principio.
Entonces te paras
no estás ya parado
te paras a ti mismo de un salto.
Y entonces saltas
y caminas
y atraviesas atravesándote el espanto.
Y entonces eliges
eliges que das un paso
y eliges que caminas
eliges que vas de a poco a algún lado.
Y eliges que el algún lado es el sitio en el que estás
y que así está bien
y que estará bien en el siguiente paso también
y eliges
y fluyes andar
y caminas de pie
y saltas de golpe solo por saltar
y vives solo porque así está bien.
Y entonces te besas
y entonces te acaricias
y te abrazas
y te permites amarte
y te aceptas el paso
y te entregas al camino sin camino
y ya andas
y te amas
y amoreas amor.
Leandro Ojeda López
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