No es suficiente con que te dejes fluir

No es suficiente con que te dejes fluir, además habrás de conducir tu timón.

Entiendo perfectamente que sientas una enorme confusión.
Te aseguro que te entiendo, no sabes cuanto.
Tanta frase, tanto mensaje iluminado, tanto discurso seguro proveniente de un otro que cuando no consigue ser efectivo, acrecienta tu inseguridad, te sumerge en lo peor de tu vulnerabilidad y realza tu peor sentimiento de estupidez.

En los últimos tiempos has estado siendo bombardeado por artillería pesada de espiritualidad, de psicología positiva y de buenas ondas de todos los colores.
Has recibido sin cesar información de todo tipo de los más variados dogmas, de las tradiciones más diversas, de las universidades más científicas, de los maestros más grandes y de los más pequeños también sin poder diferenciar, sin poder separar la paja del grano, sin poder discriminar, sin poder juzgar.

Y te dejas fluir, me dices.
Y está bien depende de cuándo, de cómo, de en qué contexto; puede que esté muy bien que te dejes fluir. ¿Pero siempre?

‘Yo me dejo fluir’ o ‘deja que las cosas fluyan’, son de esas frases que se repiten hasta el hartazgo sin pensar ni en lo que puede estar implicado en cada situación.

Y vas acumulando y coleccionando cientos y miles de frases como estas.
Frases que en muchísimas ocasiones son perfectas y te ayudan realmente, pero en un contexto, con una cantidad de elementos más y luego de haber reflexionado en muchísimos aspectos.
Pero cuando la dices suelta, sin haber ocupado el tiempo y la energía necesarios para decidir que sí es la frase que te calza ahora, que es la que te aporta la llave a una situación que se presentaba a puerta cerrada, entonces, la frase se convierte en un simple escape, en una manera bien vista y a la moda de salir huyendo de tu problema.

Date cuenta de que la mayoría de estas frases necesitan un contexto; para ser comprendidas en su totalidad necesitarían un tratado de lomo grueso que la acompañe con innumerables casos que exponga los distintos momentos en que pueda ser aplicada y qué implica en cada uno.
Distinto es cuando ya has pasado por todo un entendimiento de profunda comprensión y, entonces, la frase llega como un rayo de luz que abre tu camino.
Si no, se convierten en un simple axioma, en algo que das por válido y aplicas a cualquier situación en cualquier momento para ir tirando y seguir arrastrando tu situación.

Todas estas frases actuales se han convertido en una actualización de los antiguos refranes.
Pero ya sabrás que los refranes no pueden aplicarse a cualquier cosa como suele o solía hacerse.
¿Dime cómo compatibilizas ‘El que roba a un ladrón tiene cien años de perdón’ con ‘Haz bien y no mires a quien’?

Imágenes: Robert Jahns

Sí, fluye, pero navegando.
Detente cuando no sepas por donde ir, es decir, cesa el fluir externo para crear un vacío interno en el que se destape algo y pueda fluir alguna luz en tu interior.
¿Te das cuenta qué gran diferencia?
Te estoy diciendo que sí, que fluyas, pero, dependiendo del caso, la acción externa puede ser la opuesta en una situación u otra.

Que el setenta, ochenta, noventa por ciento de tu cuerpo te digan que es agua, no elimina que otro porcentaje menor pero igualmente importante de tu cuerpo sea tierra.
Y no dice nada esto sobre que navegas en aire y que te impele el fuego.

Sí, fluye, pero que tu fluir no sea un dejarte arrastrar por el rebaño.
Sí, fluye, pero no te dejes arrastrar por la corriente si resulta que eres un salmón.
Sí, fluye, pero no te apliques tus propias doctrinas, tus propios axiomas siempre y por siempre.
Sí, fluye, pero ponte al timón de tu propio barco, no dejes que la marea te atraque en cualquier playa en la que cuando desciendas te preguntes: ¿pero qué coño hago yo aquí?
Sí, fluye, pero fluye tú, no que todo lo más diverso fluya por ti y te atraviese hasta la confusión extrema que llegue a convertirse en desesperación.
Sí, fluye, pero siéntate a escuchar tu corazón, a liberarlo de candados y armaduras para estar disponible a fluir cuando sea el momento de fluir al ritmo del fluir ligero de tu sangre por tus venas.
Sí, fluye, pero no a borbotones como una tubería en mal estado, cierra tu grifo a ratos y déjate fluir luego en la dirección que sientas correcta.
Sí, fluye, pero no dejes nunca de usar tu razón, tu lógica y tu sentido común.

Fluye cuando sea el momento.
Detente cuando sea el momento.

Leandro Ojeda López